En 1898, H. Cecil Booth, un joven inventor lleno de ambiciones, asistió a una demostración de un americano que presentaba una nueva máquina “extractora de polvo”. El aparato consistente en una caja metálica, provista de una bolsa de aire comprimido proyectaba aire sobre la alfombra. El polvo y la suciedad que levantaba caían dentro de la caja. Buena parte del polvo no se introducía en la caja y volvía a depositarse en la alfombra.
Durante varios días, Booth pensó en la succión. Comprendió entonces que el secreto consistía en encontrar el filtro adecuado, que permitiera el paso del aire pero retuviera el polvo. Con sus experimentos comprobó que el polvo parecía retenerlo adecuadamente un pañuelo de trama espesa. En 1901 patentó su aspiradora de polvo.
El primer aparato comercializado era enorme, de tamaño de un refrigerador moderno, con su bomba, su cámara de polvo, su motor y una carretilla para transportarlo. Para accionar la aspiradora, un hombre dirigía la carretilla mientras otro se ocupaba de la larga y flexible manguera. Y cuando más tarde se construyeron los primeros modelos para el hogar, todavía se necesitaban dos personas para manejarlos, generalmente el ama de casa y una hija.
Uno de los primeros encargos que recibió Booth fue limpiar con su aspiradora la vasta superficie alfombrada de azul dispuesta en la abadía de Westminster para la coronación de Eduardo VII en 1901. Durante la primera guerra mundial, Booth recibió el encargo de trasladar varias de sus máquinas al Crystal Palace, el famoso pabellón construido para la Exposición de 1851 en Londres. Los hombres de la reserva naval acuartelados en el edificio caían enfermos y morían a causa del tifus exantemático, y los médicos, incapaces de atajar el contagio, sospechaban que los gérmenes eran inhalados junto con partículas de polvo.
Durante varios días, Booth pensó en la succión. Comprendió entonces que el secreto consistía en encontrar el filtro adecuado, que permitiera el paso del aire pero retuviera el polvo. Con sus experimentos comprobó que el polvo parecía retenerlo adecuadamente un pañuelo de trama espesa. En 1901 patentó su aspiradora de polvo.
El primer aparato comercializado era enorme, de tamaño de un refrigerador moderno, con su bomba, su cámara de polvo, su motor y una carretilla para transportarlo. Para accionar la aspiradora, un hombre dirigía la carretilla mientras otro se ocupaba de la larga y flexible manguera. Y cuando más tarde se construyeron los primeros modelos para el hogar, todavía se necesitaban dos personas para manejarlos, generalmente el ama de casa y una hija.
Uno de los primeros encargos que recibió Booth fue limpiar con su aspiradora la vasta superficie alfombrada de azul dispuesta en la abadía de Westminster para la coronación de Eduardo VII en 1901. Durante la primera guerra mundial, Booth recibió el encargo de trasladar varias de sus máquinas al Crystal Palace, el famoso pabellón construido para la Exposición de 1851 en Londres. Los hombres de la reserva naval acuartelados en el edificio caían enfermos y morían a causa del tifus exantemático, y los médicos, incapaces de atajar el contagio, sospechaban que los gérmenes eran inhalados junto con partículas de polvo.
LA ASPIRADORA PORTÁTIL
La aspiradora de H. Cecil Booth era un lujo del que sólo podían disponer los ricos, y su funcionamiento requería dos sirvientas. La idea de fabricar un modelo pequeño, portátil y manejable se le ocurrió a James Murray Spangler, un inventor de avanzada edad, sin éxitos en su haber y que padecía una alergia al polvo.
Su primera aspiradora, fabricada por él mismo, utilizaba un viejo motor de ventilador montado sobre una caja de jabón, cuyas grietas habían sido cerradas con cinta adhesiva. La bolsa de polvo era una funda de almohada. Spangler patentó este invento en la primavera de 1908.
La aspiradora de H. Cecil Booth era un lujo del que sólo podían disponer los ricos, y su funcionamiento requería dos sirvientas. La idea de fabricar un modelo pequeño, portátil y manejable se le ocurrió a James Murray Spangler, un inventor de avanzada edad, sin éxitos en su haber y que padecía una alergia al polvo.
Su primera aspiradora, fabricada por él mismo, utilizaba un viejo motor de ventilador montado sobre una caja de jabón, cuyas grietas habían sido cerradas con cinta adhesiva. La bolsa de polvo era una funda de almohada. Spangler patentó este invento en la primavera de 1908.